Un roadtrip de ensueño que vive su mejor cara durante el verano europeo. Rincones mágicos que emanan playa y naturaleza, pero sobre todo cultura, gastronomía y relax. Bienvenido a nuestro recorrido por la Costa Azul.
Imagina recorrer serpenteantes caminos costeros con la promesa de descubrimientos inesperados a cada curva. Así se siente hacer las valijas y subirse a un auto para disfrutar de la Costa Azul francesa. Música, buena compañía y una experiencia que despierta todos los sentidos. Porque si hay algo que es seguro, es que cualquier roadtrip se convierte en fotogramas dignos de una película.
El sur de Francia se postula como el lugar ideal para dejarse llevar por la carretera. Los 120 kilómetros de costa combinan lujo con pueblitos pintorescos y ciudades medievales hacia el interior. ¿El resultado? Un viaje para atesorar y guardar en lo más profundo del corazón.
Lo interesante y la recomendación para este recorrido es alquilar un auto y bordear, en primera instancia, todas las ciudades y pueblos de la costa del Mediterráneo. Para luego, volver subiendo por algunos tesoros medievales que no dan a la costa pero guardan su encanto único. Estos son algunos de los imperdibles de la Costa Azul:
1. Marsella
Adentrándonos en la gloriosa Costa Azul francesa, nos encontramos con Marsella, una ciudad que lleva consigo una historia que se remonta a 2.600 años atrás, cuando fue establecida por los antiguos griegos. Bañada por un clima agradable durante la mayor parte del año, esta ciudad te envuelve en su deliciosa oferta gastronómica de pescado fresco y mariscos y vistas espectaculares.
¿Qué visitar? Desde el icónico Puerto Viejo, uno de los puertos mediterráneos más vitales desde la época de los griegos, pasando por la pintoresca y antigua Le Panier y la imponente Catedral de la Major, un oasis romántico-bizantino que dejará fascinados a los admiradores de la arquitectura. Además, el lujoso Boulevard Longchamp te guía hacia el imponente palacio Longchamp. Así es Marsella, donde la historia y la modernidad convergen en una experiencia única en la Costa Azul.
2. Cavalaire-sur-Mer
Es tiempo de playa, y este spot es ideal para hacer los honores. Anidada entre Saint-Tropez y Le Lavandou, esta pintoresca localidad en la costa mediterránea irradia encanto. Con sus raíces en una antigua colonia griega, Cavalaire-sur-Mer se despliega con una larga playa de arena y calas. Plage de Bonporteau es una joya escondida, enmarcada por acantilados y aguas turquesas. Aunque el acceso requiere una caminata por un sendero en pendiente, la recompensa para visitar esta playa es insuperable. El puerto, conocido como el Port de Cavalaire, es un vibrante epicentro donde las embarcaciones se entrelazan con servicios náuticos y un encanto costero.
El Sentier du Fenouillet invita a explorar el tesoro natural de Cavalaire-sur-Mer, ascendiendo suavemente por la costa y desvelando vistas panorámicas de las tranquilas calas a tus pies. Por último, en el corazón de la ciudad, Plage du centre ville de Cavalaire ofrece un tramo de 1,5 km de costa, perfecto para familias con acceso fácil y aguas cristalinas.
3. Saint-Tropez
Supo ser un pequeño pueblito pesquero, pero hoy se convirtió en uno de los gigantes de la riviera, sinónimo de lujo. Escenario de múltiples películas de Hollywood, la energía de este lugar es mágica y con mucha razón atrae a miles de turistas por año. El puerto es un símbolo por la cantidad de barcos amarrados y el boulevard repleto de gente disfrutando de las vistas que regala. Además, como buen destino playero, abundan sitios para tomar sol y mojar los pies en las aguas mediterráneas. Tahití, Moorea, Plage des Canoubiers, Plage de la Ponche y Plage de Pampelonne son las más populares, siendo esta última la más famosa y también la más larga con 5km de arena.
Para coronar, es imperdible conocer el casco histórico con angostas calles, casitas arquitectónicamente típicas y locales pintorescos. La recomendación es simplemente perderse y volverse a encontrar en cada esquina.
4. Cannes
Fanático del cine, esta parada técnica es para ti. Porque aquí se celebra uno de los grandes eventos de la industria cinéfila: el Festival de Cannes. Todos los años, a fines de mayo, las personalidades más relevantes del mundo de las películas se reúnen en este lujoso spot para presentar films y recibir premios. El emblemático Palacio de Festivales y Congresos, en el Boulevard de la Croisette, da la bienvenida anualmente a estrellas de Hollywood y celebridades de todo el mundo durante el festival.
Desde las primeras luces del día, recorrer a pie o corriendo el Boulevard de la Croisette, un majestuoso paseo costero que se extiende a lo largo del Mar Mediterráneo, es una experiencia sublime. El encanto sigue en el barrio de Le Suquet, el corazón histórico de Cannes que se alza junto al Vieux Port en el monte Chevalier. El vibrante barrio de La Bocca, alejado de las rutas turísticas habituales, también vale la pena.
5. Niza
Niza, un deleite en la Costa Azul, hechiza con su clima suave, playas cristalinas, arte que pulsa y su centro histórico de ensueño. Sumergirse en las callejuelas de la Ciudad Vieja es un placer sensorial que captura la esencia de la ciudad, y se convierte en una de las experiencias más gratificantes de Niza. Este recorrido es un viaje por los sabores, desde el chocolate de Maison Auer, el socca de Chez Pipo, hasta los helados de Azzurro o Fenocchio. Además, sobran paseos para disfrutar del lugar, por ejemplo el de los Ingleses consiste en una icónica avenida de 7 kilómetros que regala, hacia el final, un mirador al que se llega a pie o en ascensor. Las vistas son simplemente majestuosas.
La Catedral de San Nicolás merece mención aparte por ser la catedral rusa más grande por fuera del país: fue creada en 1912 por la comunidad rusa que se enamoró del rincón francés. Por su parte, el puerto de Niza es uno de los más antiguos de toda la Costa Azul y regala tranquilidad acompañado por barquitos - una postal típica de la zona -.
6. Mentón
En la frontera con Italia despierta un pueblito que lo tiene todo. Mentón, el que quizás está olvidado entre tanta oferta turística costera, resulta ser uno de los sitios más interesantes del recorrido. Tranquilidad, playa, colinas, casas coloridas y una energía insólita: vivir Mentón es entrar en contacto con la naturaleza, la historia y el país. Además, al estar a un paso del vecino italiano, se puede cruzar la frontera sin mucho problema y retornar: un buen dos por uno para tachar países.
Ahora bien, ¿qué hacer en este rincón? Su casco histórico, al cual se accede caminando por el paseo marítimo que, al mismo tiempo, obsequia panorámicas que roban más de un suspiro. En el centro, no falla la foto en las escaleras amarillas que conducen a la Basílica de Saint Michel, el templo más característico de la villa y uno de los monumentos principales. Muy cerquita de esa subida, hacia la izquierda, se abre una calle angosta donde el naranja y el amarillo predominan: infalilble para captar con el lente de la cámara.
Si eres un apasionado de la gastronomía, entre las calles de Mentón se esconde un restó de 3 estrellas Michelin cuyo dueño es Mauro Colagreco, reconocido chef argentino. El menú es de otro planeta y las vistas solo mejoran.
7. Avignon
Abrazada por las aguas del río Ródano, desvela su pasado como sede papal (1309-1377), cuando se erigió como la potencia más influyente de Europa. Este legado arquitectónico y cultural perdura con esplendor hasta nuestros días. Y esa es parte de la magia de Avignon.
El Palacio Papal, monumental estructura gótica, encierra el corazón de Avignon y constituye una experiencia imperdible. Construido entre 1335 y 1352, revela la importancia medieval de la ciudad y su papel como capital de la cristiandad en la Edad Media, cuando asumió el papel de Roma en la sede papal. Muy cerquita está la Catedral de Avignon, de estilo románico y conocida por la escultura de la Virgen que corona una de sus torres.
Ahora bien, el verdadero imperdible que atrae a miles de extranjeros es el icónico Puente de Avignon, famoso por la canción francesa "Sur le pont d’Avignon". Erigido en el Ródano en el siglo XII, esta estructura medieval, pese a conservar solo cuatro de sus veintidós arcos originales, recuerda los días en que peregrinos y comerciantes lo cruzaban en su camino hacia España e Italia.
El Petit Palais, declarado Patrimonio de la Humanidad junto al Palacio Papal, la catedral, el puente y las murallas, engalana la Place du Palais. Construido en estilo renacentista, este palacio, hoy museo y galería de arte, narra siglos de historia como morada de cardenales y obispos.
Por último, las murallas de Avignon no pasan desapercibidas. Con más de 8 metros de altura y 4,3 kilómetros de longitud, estas fortificaciones medievales preservaron su imponencia y la ciudad en sí, desplegando un viaje al pasado que deja sin aliento.
8. Arlés
Un tesoro de historia, cultura y arte. También es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, así que da la primera pauta de la riqueza que reside entre sus calles y monumentos. El punto de partida en Arlés son las Arenas. En el siglo I a.C., la ciudad brillaba como una colonia romana crucial, dando vida a las famosas arenas, estructuras que se erigieron hace más de 2000 años, análogas al Coliseo de Roma, para los juegos de gladiadores y carreras de carros.
El dato relevante de Arlés va para los interesados en el arte, más precisamente en Van Gogh. ¿Por qué? Porque hay tres puntos imperdibles del recorrido del pintor. El primero es el hospital que alojó al artista luego de su conocido episodio cortándose la oreja en 1888. Hoy en día se conoce como L’Espace Van Gogh y es un centro comunitario cuyo patio recibe visitantes que añoran ese aura artística que desplegaba el personaje. Como segunda coordenada está Le Café La Nuit, con su fachada que inspiró la pintura reconocida. El tercer ítem se encuentra en la Foundation Vincent Van Gogh, un museo sin fines de lucro que honra el pasado del artista y alberga tanto obras contemporáneas como piezas originales de Van Gogh.
El casco antiguo de Arlés es un placer visual: sus calles se tejen con casas de tonos pastel, galerías, tiendas y restaurantes que imprimen la esencia de las ciudades provenzales. Caminar por sus calles es sumergirse en la poesía de su historia y la riqueza de su arte.
9. Carcasona
Un verdadero lugar de cuento. Carcassonne emerge como una joya del sur de Francia que destila belleza y atractivo turístico en cada rincón. Con más de 2500 años de historia, adentrarse en la ciudadela es una experiencia inolvidable. No es casualidad que esté en la lista de Patrimonio de la Humanidad UNESCO. Y, aunque es un imperdible sin lugar a dudas, la verdadera esencia de esta ciudad se descubre desde lejos. Su imponente castillo está rodeado por una fortaleza que consta de 48 torres rodeadas de completa naturaleza. Los atardeceres desde los puentes son mágicos.
¿Cuánto tiempo ir?
La recomendación es dedicarle de 7 a 10 días para poder hacer el recorrido disfrutando de las paradas, alojándose en algunos puntos estratégicos (como Niza) y parando en los pueblitos que llamen la atención. Porque algo importante en el roadtrip es justamente eso: dejar margen para improvisar, porque los lugares que se visitan dan pie a eso. Algunas coordenadas demandan de pocas horas de recorrido, mientras que otras funcionan como centros más relevantes que ameritan más horas e incluso alojarse, como por ejemplo Niza, Marsella, Avignon.
¿Cuál es la mejor época para viajar?
Al ser tan popular, el verano europeo reúne a muchísimo turistas con ganas de vivir el recorrido y disfrutar de las playas. Por ende, el mes de julio suele ser muy demandado y, por consiguiente, los precios son bastante más altos. Lo ideal es conocerlo en estaciones como la primavera o el otoño, que sigue conservando su magia, el clima se mantiene impecable pero la cantidad de trotamundos baja un poco, despejando las playas y los sitios más famosos. Además, tampoco se recomienda visitar los lugares cuando coinciden con eventos internacionales de gran impacto como el Festival Internacional de Cine de Cannes, durante mayo. En esos momentos el hospedaje se encarece mucho, el lugar disponible disminuye y los precios se disparan.
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