Dime verano y te diré a dónde ir: Ibiza, Mallorca, Croacia, Grecia, Miami. ¿Subieron las ganas de emitir el pasaje? Las nuestras también. Qué hacer en estas coordenadas donde pega el sol y el mar se transforma en el mejor aliado. Aquí te contamos qué recorrer en cada caso y cómo cuidarte la piel en tu próxima aventura veraniega

Si quieres escaparle al invierno, mejor que tu brújula viajera apunte a los siguientes destinos. Prometemos diversión, relax y muuuucha playas. ¿Te apuntas? Entonces sigue leyendo:

Ibiza

La tierra prometida. La de las playas hermosas. La de las noches agitadas y calas soñadas. Ibiza es famosa por ser sede de diversión, así que si las discotecas te seducen, encontrarás un sinfín de opciones para satisfacer tus ganas de fiesta y djs internacionales. ¿Las mejores? Pacha, Amnesia o Ushuaïa. 

Ahora bien, si eres de los que disfruta cuando más pega el sol, entonces anota esta lista a pleno arena y mar: Playa d''en Bossa, Cala Comte, Cala Salada o Las Salinas. ¡Y recuerda siempre retocar tu SPF cada dos horas! 

Por último, nada mejor que un paseo por el casco antiguo de la ciudad, que dicho sea de paso, ¿sabías que es Patrimonio de la Humanidad? Se llama Dalt Vila y sus calles empedradas, murallas y restaurantes son un must en lista de cualquier viajero. 

Mallorca

Contrario a lo que puedes llegar a creer, Mallorca no solo se resume en playas increíbles. Aunque las tiene, y muchas. También es un excelente destino para desafiar las pulsaciones y disfrutar de paisajes espectaculares. Por ejemplo, la Serra de Tramuntana es una cordillera impresionante perfecta para hacer senderismo o ciclismo. Y si eres un explorador nato, las Cuevas de Drach te dejarán sin aliento. Son una de las cinco cuevas abiertas subterráneas abiertas al público en la isla y hacia el final de la excursión te deleitarás con música en vivo con una acústica completamente única. 

Bonus track: la Catedral de Palma, mejor conocida como La Seu, es un edificio gótico en Palma de Mallorca que te hará suspirar una y mil veces. Te recomendamos un paseo por la zona para enamorarte a fondo del mood mallorquín. 

Grecia

Anteojos de sol, sombrero y un día a pura aventura en la Acrópolis y el Partenón de Atenas. O por qué no, jornada de relax bajo el sol en las islas de Santorini, Mykonos, Creta y Corfú. Y qué mejor que descubrir sitios arqueológicos donde parece detenerse el tiempo como Delfos y Meteora. Pero nada se le compara a degustar una de las mejores gastronomías del mundo. No hacen falta más motivos. Grecia es, sin duda, una excelente alternativa para disfrutar del calorcito de verano. Viajeros de fiesta, curiosos y relajados, este destino los enamorará. 

Croacia

La mismísima sede de varias tomas de Game of Thrones tiene muchísimas excusas en su haber para colocarla en tu lista de pendientes veraniegos. Por ejemplo, Dubrovnik es una ciudad amurallada donde prima la historia. Tanto así, que probablemente te sientas en una escena Medieval una y mil veces a cada paso por sus calles empedradas. En Split, por otro lado, está el increíble Parque Nacional de los lagos de Plitvice que te permitirá sentir el verdadero poder e inmensidad de la madre naturaleza en cada rincón de sus cascadas y lagos (además de dejarte con cientos de postales en tu celular, claro.). Y Hvar cuenta con playas hermosas y es sede consagrada de verano europeo y fiestas. ¿Qué más necesitas?

Miami

Tomar sol, nadar en el mar y disfrutar de los vibrantes restaurantes y bares de South Beach. Recorrer el distrito Art Decó y admirar su arquitectura única. Respirar la escena artística en cada una de sus calles y galerías de arte. Visitar el distrito de Wynwood y sacar cientos de fotos entre sus murales de arte callejero. Es pequeña, pero todo lo tiene. 

Tip: organiza una escapada a Orlando para disfrutar del parque de diversiones más famoso del mundo: DisneyWorld 

Consejos del uso de protector solar según la Dra María Inés Hernández, Médica Especialista en Dermatología. UBA.

Hay que ser cuidadosos y prestar atención durante la aplicación del protector para asegurarnos de aplicar una cantidad generosa, de lograr una distribución homogénea sin dejar partes con escaso protector, y esperar el tiempo necesario para una adecuada absorción de éste, en todas las partes del cuerpo por igual. 

  1. Primera aplicación
    Aplicar el protector solar al menos 15 a 30 minutos antes de exponerse al sol, para permitir la dispersión del producto en la piel que brinde una protección adecuada.
  1. Cantidad de protector
    Hay que aplicar una cantidad “generosa” de protector solar para obtener una cobertura adecuada. Los protocolos indican que deben usarse 2 mg/cm2, que, traducido a la práctica, sería el equivalente a aplicar alrededor de una cucharadita (5 ml) de producto para el rostro y al menos 30 ml para cubrir el cuerpo.  
  1. Reaplicación:
    Es muy importante volver a aplicar el protector solar cada dos horas, especialmente si estamos al aire libre, practicando deportes o expuestos al sol de manera continua. Otra instancia a la que hay que prestarle especial atención es a la reaplicación en caso de hacer alguna actividad acuática o cuando hay mucho sudor. En este caso, se recomienda volver a colocar el FPS incluso antes de las dos horas (cada 80 a 90 minutos).  

Para los labios conviene usar un protector labial que contenga un factor de protección solar (FPS) de al menos 30. Al igual que en la piel, debemos aplicar el protector labial generosamente, y reaplicarlo con frecuencia, especialmente después de comer, beber o salir del agua. Para los ojos, es clave usar anteojos que tengan etiquetas de certificación UV. También pueden buscarse los lentes polarizados, que ayudan a reducir el resplandor especialmente en entornos con reflejos intensos, como la playa o la nieve. 

Y recuerda, ¡es necesario usar protector solar TODOS LOS DÍAS  incluso en días nublados o cuando estés en la sombra! Porque las nubes bloquean sólo una parte de la radiación solar - pueden filtrar entre un 20-80% de UVB según sus características. Y la sombra no proporciona una protección completa, porque los rayos UV se reflejan en superficies como el agua, arena, nieve, baldosas, y por lo tanto pueden llegar a nuestra piel, aunque estemos bajo un árbol o sombrilla.